Señor Mío Jesucristo, sufro un
terrible dolor por unos recuerdos (especificar cuales, por un ser querido, ejemplo)
que me hacen sangran en el interior de mi corazón y me quitan la paz y el
sosiego.
Tu que eres el Rey de la Paz, concédeme
la gracia de olvidarlos o al menos de mitigar que su recuerdo me cause tanto
dolor, te lo pedimos porque sabemos los dolores y fatigas que pasaste en el
Gólgota, o los pensamientos que debieron de asaltarte tras la muerte del que
fue tu Padre Adoptivo San José o al ir al encuentro de Lázaro tu amigo.
Por tanto por esos mismos
sentimientos de amor y ternura que en aquellos momentos movieron tu corazón, te
pedimos te dignes a quitarnos este pensamiento doloroso.
Amén.
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