Oh bienaventurada Santa Teresita
del Niño Jesús,
que habéis prometido hacer caer
una lluvia de rosas,
desde el cielo, dirigid a mí
vuestros ojos
misericordiosos y escuchadme en
mis múltiples
necesidades. Grande es vuestro
poder porque Dios
os ha hecho grande entre los
santos del cielo.
Os suplico, pues, oh mi amable
protectora, me
alcancéis de Dios las gracias que
os pido, siempre
que sea para mayor honra de Dios
y salvación de mi
alma. Os suplico de un modo
especial que me hagáis
participar de las rosas que nos
habéis prometido,
apartando mi corazón de las
vanidades y placeres
caducos de esta vida, y
enseñándome a amar a Jesús
y a María con amor verdadero,
para que así pueda un
día gozar con vos de la eterna
bienaventuranza.
Así sea.
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