Oh, glorioso san
Antonio,
yo bendigo al Señor
que te hizo aparecer
en el mundo
para bien de la
humanidad.
Dios te complació en
derramar sus dones por tu conducto
y valiéndose de ti,
se mostró padre cariñoso
y solícito de los
mortales.
Cuántos desconsolados
recurrieron a tu caridad
para que les dieras
alivio en sus penas.
Tu alcanzaste con tus
oraciones
que las cosas
perdidas fueran halladas
que se restableciera
en los matrimonios la paz
y lograste ser
llamado el santo de los milagros
por el gran números
de ellos que Dios obró por tu medio
para remediar las
miserias y necesidades de las almas.
Amén.
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